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CALENDARIO 2026 “VOCES DEL AGUA”
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TURÍN, BELLEZA INESPERADA

¡Qué decir de esta ciudad, donde nacieron (y de donde desaparecieron) tantas cosas! Entonces síganme: los llevo de paseo a través de una historia apasionante, porque Italia no solo es el triángulo turístico de Venecia, Florencia y Roma, así como Guatemala no solo es Antigua, Panajachel y Tikal. 

La historia de Turín se remonta a unos siglos antes de Cristo; en 218 a.C. llegó de Cartago el primer visitante importante, Aníbal. Cruzando los Alpes con elefantes, llegó a un pueblo habitado por los Taurinos que, a pesar del nombre, no tenían nada que ver con los toros; su nombre llegaba de una palabra celta que significa “alturas”. De hecho, del otro lado del río Po, el más largo e importante de Italia, están las colinas. Después llegaron los Romanos, que la bautizaron Augusta Taurinorum. Julio César ya había pasado por aquí de regreso de su conquista de la Galia. Los Romanos construyeron un castrum (campamento militar) bien estructurado porque la posición era estratégica desde un punto de vista militar y comercial: a los pies de los Alpes, donde se abre el valle del Po y la comunicación con el Mediterráneo. Entonces ¿por qué el símbolo de Turín es el toro? Esto llega más tarde, alrededor del siglo XIV, y satisface la obsesión de la Casa de Saboya (nuestros duques y reyes) que quería rastrear el origen de la ciudad hasta los antiguos egipcios y a su dios Api, representado como un toro. De la época romana nos quedan la imponente Porta Palatina (contemporánea del Coliseo) y el corazón geométrico de la ciudad, el “cuadrilátero” que hoy en día es uno de los centros de la movida. Los duques de Saboya eran los dueños desde el siglo XI y su capital, Chambéry, estaba en Francia. En 1563 se trasladaron a Turín; unos años más tarde se trasladó también la Sábana Santa, prestigiosa reliquia de la cristiandad. El ducado no tenía una gran fuerza militar pero los duques fueron diplomáticos muy hábiles, y así llegaron a transformar el ducado en reino en 1713. El arquitecto Juvarra vino de Sicilia para adaptar la ciudad a su nueva dignidad: Castillo del Valentino, Pabellón de caza de Stupinigi, Basílica de Superga, Palacio Madama; fue el triunfo del barroco. Para que el reino se extienda a toda la península hay  que esperar hasta el 17 de marzo de 1861, cuando Victor Emanuel II fue proclamado rey de Italia por voluntad de Dios y del pueblo.

Y ahora pasamos a los récords: en 1404 nació la Universidad de Turín (no es la más antigua, pero casi). En el siglo XVII llegó el cacao. En 1824 nació el Museo Egipcio, el segundo al mundo después de lo del Cairo. En 1861 Turín fue la primera capital de Italia (solo duró cuatro años; en 1865 le tocó a Florencia y en 1871 a Roma). En 1867 la Mole Antonelliana fue el edificio de mampostería más alto de Europa (no, lectores y lectoras, la Tour Eiffel es de hierro y solo llegó unos años después). En 1896 el cinematógrafo nació en Turín, y en 1899 nació la Fiat (Fabbrica Italiana Automobili Torino). Aquí inventaron también los grissini (palitos de pan) y el pancarré, destinado con desprecio al verdugo. ¿Algo más esotérico? Eso también lo tenemos: Turín pertenece a dos triángulos de magia: con Lyon y Praga para la magia blanca, con Londres y San Francisco para la magia negra. La gente se queda tranquila porque, para contrastar la mala suerte, contamos con la protección de tres milagros.

Y hoy ¿cómo se presenta la ciudad? Bueno, la ciudad pasó una temporada de depresión después de la salida de la capital, se levantó después de las dos guerras mundiales para volverse ciudad obrera, hasta cuando Fiat empezó a abandonarla, provocando una pérdida de más de 200.000 habitantes. La ciudad vuelve a levantarse con la excelente vitrina de los Juegos Olímpicos de invierno en 2006, descubriendo una nueva vocación turística, de ciudad histórica y cultural y de alta tecnología aeroespacial y médica.

Un paseo por el centro histórico puede empezar en la mañana desde el mercado de Porta Palazzo, tan barato que el sábado se llena de franceses que pasan la frontera (a 100 km) para hacer sus compras. De allí pasamos a la antigua puerta romana, a la catedral donde se conserva la Sábana Santa (que se puede ver solo en ocasiones especiales), a Piazza Castello y Palazzo Madama. Seguimos bajando hasta Piazza Vittorio para un apericena antes de subir al Monte de los Capuchinos para apreciar un extraordinario atardecer sobre la ciudad. Faltan todavía el parque del Valentino con el Borgo Medievale, extraordinario falso histórico, el shopping en via Roma y via Garibaldi, los cafés históricos y muchos más. Un video divertido e interesante puede ilustrar la  visita: https://www.youtube.com/watch?v=IGKU0R-IoGI

Lucia Bonato


  • TURÍN, BELLEZA INESPERADA

    ¡Qué decir de esta ciudad, donde nacieron (y de donde desaparecieron) tantas cosas! Entonces síganme: los llevo de paseo a través de una historia apasionante, porque Italia no solo es el triángulo turístico de Venecia, Florencia y Roma, así como Guatemala no solo es Antigua, Panajachel y Tikal. 

    La historia de Turín se remonta a unos siglos antes de Cristo; en 218 a.C. llegó de Cartago el primer visitante importante, Aníbal. Cruzando los Alpes con elefantes, llegó a un pueblo habitado por los Taurinos que, a pesar del nombre, no tenían nada que ver con los toros; su nombre llegaba de una palabra celta que significa “alturas”. De hecho, del otro lado del río Po, el más largo e importante de Italia, están las colinas. Después llegaron los Romanos, que la bautizaron Augusta Taurinorum. Julio César ya había pasado por aquí de regreso de su conquista de la Galia. Los Romanos construyeron un castrum (campamento militar) bien estructurado porque la posición era estratégica desde un punto de vista militar y comercial: a los pies de los Alpes, donde se abre el valle del Po y la comunicación con el Mediterráneo. Entonces ¿por qué el símbolo de Turín es el toro? Esto llega más tarde, alrededor del siglo XIV, y satisface la obsesión de la Casa de Saboya (nuestros duques y reyes) que quería rastrear el origen de la ciudad hasta los antiguos egipcios y a su dios Api, representado como un toro. De la época romana nos quedan la imponente Porta Palatina (contemporánea del Coliseo) y el corazón geométrico de la ciudad, el “cuadrilátero” que hoy en día es uno de los centros de la movida. Los duques de Saboya eran los dueños desde el siglo XI y su capital, Chambéry, estaba en Francia. En 1563 se trasladaron a Turín; unos años más tarde se trasladó también la Sábana Santa, prestigiosa reliquia de la cristiandad. El ducado no tenía una gran fuerza militar pero los duques fueron diplomáticos muy hábiles, y así llegaron a transformar el ducado en reino en 1713. El arquitecto Juvarra vino de Sicilia para adaptar la ciudad a su nueva dignidad: Castillo del Valentino, Pabellón de caza de Stupinigi, Basílica de Superga, Palacio Madama; fue el triunfo del barroco. Para que el reino se extienda a toda la península hay  que esperar hasta el 17 de marzo de 1861, cuando Victor Emanuel II fue proclamado rey de Italia por voluntad de Dios y del pueblo.

    Y ahora pasamos a los récords: en 1404 nació la Universidad de Turín (no es la más antigua, pero casi). En el siglo XVII llegó el cacao. En 1824 nació el Museo Egipcio, el segundo al mundo después de lo del Cairo. En 1861 Turín fue la primera capital de Italia (solo duró cuatro años; en 1865 le tocó a Florencia y en 1871 a Roma). En 1867 la Mole Antonelliana fue el edificio de mampostería más alto de Europa (no, lectores y lectoras, la Tour Eiffel es de hierro y solo llegó unos años después). En 1896 el cinematógrafo nació en Turín, y en 1899 nació la Fiat (Fabbrica Italiana Automobili Torino). Aquí inventaron también los grissini (palitos de pan) y el pancarré, destinado con desprecio al verdugo. ¿Algo más esotérico? Eso también lo tenemos: Turín pertenece a dos triángulos de magia: con Lyon y Praga para la magia blanca, con Londres y San Francisco para la magia negra. La gente se queda tranquila porque, para contrastar la mala suerte, contamos con la protección de tres milagros.

    Y hoy ¿cómo se presenta la ciudad? Bueno, la ciudad pasó una temporada de depresión después de la salida de la capital, se levantó después de las dos guerras mundiales para volverse ciudad obrera, hasta cuando Fiat empezó a abandonarla, provocando una pérdida de más de 200.000 habitantes. La ciudad vuelve a levantarse con la excelente vitrina de los Juegos Olímpicos de invierno en 2006, descubriendo una nueva vocación turística, de ciudad histórica y cultural y de alta tecnología aeroespacial y médica.

    Un paseo por el centro histórico puede empezar en la mañana desde el mercado de Porta Palazzo, tan barato que el sábado se llena de franceses que pasan la frontera (a 100 km) para hacer sus compras. De allí pasamos a la antigua puerta romana, a la catedral donde se conserva la Sábana Santa (que se puede ver solo en ocasiones especiales), a Piazza Castello y Palazzo Madama. Seguimos bajando hasta Piazza Vittorio para un apericena antes de subir al Monte de los Capuchinos para apreciar un extraordinario atardecer sobre la ciudad. Faltan todavía el parque del Valentino con el Borgo Medievale, extraordinario falso histórico, el shopping en via Roma y via Garibaldi, los cafés históricos y muchos más. Un video divertido e interesante puede ilustrar la  visita: https://www.youtube.com/watch?v=IGKU0R-IoGI

    Lucia Bonato