PATROCINADORES 43° EDICIÓN
DELEGACIÓN DE GUATEMALA DESTACA EN EL FORO PYMES 2025
CALENDARIO 2026 “VOCES DEL AGUA”
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IN VINO VERITAS

Italia es tierra de vinos, y Piamonte es una de las regiones que producen más variedad, cantidad y calidad:Barbera, Barolo, Nebiolo, Asti Spumante para citar solo algunos.  El vino es parte de nuestra cultura, de nuestra economía, del turismo y hasta la religión. Por supuesto hay “rutas del vino”, ferias, festivales, exposiciones grandes y pequeñas, en todo el país para dar a conocer y degustar. El  calendario está lleno de eventos; el más importante es Vinitaly que este año, del 14 al 17 de abril, celebra en Verona su edición número 56.

Hace poco, visité en Torino el Salón del vino de Piamonte que tuvo lugar en las OGR (Officine Grandi Riparazioni), uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura industrial del siglo XIX; utilizadas hasta principios de los años 90 para el mantenimiento de los vehículos ferroviarios, ahora son el único ejemplo europeo de reconversión industrial destinado a acercar la investigación artística y Ia investigación tecnológica con exposiciones, espectáculos, conciertos, teatro, danza, talleres...

Allí, justamente, me vino la idea de contarles lo que descubrí, porque el vino, ni lo imaginamos, tiene una historia larguísima que se remonta a los fenicios, pasando después por griegos y romanos. De hecho, la botella de vino más antigua del mundo tiene 1700 años y data de la época romana, alrededor del 325 d.C. Encontrada en 1867, se exhibe en el “Historisches Museum der Pfalz” en Speyer, Alemania.

A propósito de las botellas… su color varía del transparente al verde, al marrón o negro, no tanto por una razón estética, sino por el tiempo de maduración del vino blanco o tinto. También habrán notado que la botella casi nunca es de un litro sino de 0,75. Esto depende del galón imperial (4,5 litros), la unidad de medida que los ingleses utilizaban en sus comercios de vino. Cada caja de dos galones contenía 12 botellas de 0,75 litros y así se quedó! El fondo de “campana” es para servir según la etiqueta y para recoger los depósitos; deriva probablemente de la necesidad de darle mejor estabilidad a las botellas de vidrio soplado. La posición horizontal o inclinada de las botellas  en las bodegas, sirve para mantener el corcho húmedo y elástico en contacto con el vino, para que no entre oxígeno en la botella. ¡El corcho! Si toman una copa de champán, ojo al corcho: ¡parece que en salida puede alcanzar una velocidad de 106 km/h!  

¿Y qué decir de las copas? Existe una copa específica para cada tipo de vino, según su color blanco, tinto o rosado, según la estructura del vino, la presencia de taninos, el nivel de crianza, los aromas que desprende. Cristal o vidrio muy delgado, incoloro, transparente: estos son los requisitos imprescindibles para aprovechar al máximo su contenido y permitir apreciar sus colores, claridad y propiedades. El tallo de la copa es fundamental para que el calor y el olor de la mano no interfieran con el contenido. La capacidad del cáliz también es importante, pues la cantidad debe ser suficiente para permitir la liberación de los aromas.

Con esto, ya estamos listos para el “bríndisi” chocando copas y diciendo “salute”! Y qué divertido descubrir que esta manera de gozar de un buen vino burbujeante es un legado de la antigua Roma, cuando no era improbable que comidas o bebidas fueran envenenadas. Chocando con fuerza (los vasos no eran de vidrio!) se podían enviar gotas de un vaso a otro, contaminándolo eventualmente, entonces el choque era un gesto de confianza hacia los compañeros del banquete. Siempre por la misma razón, en la Grecia antigua, para tranquilizar a sus invitados de que no iban a tomarse una copa de veneno, el anfitrión bebía primero, diciendo a todos: ¡“Salud”! Más reciente es el origen del “chin chin” levantando las copas: sería una deformación de las palabras chinas “ch'ing ch'ing” (= por favor), que los marineros ingleses del Imperio Británico aprendieron como  un saludo amistoso comerciando con China. Su sonido onomatopéico hizo adoptarlo en los bríndis.  

En el Salón encontré también “Le Donne del Vino”, una asociación de mujeres fundada en 1988, la  más grande y activa del mundo en el sector vitivinícola. Hoy cuenta con más de 1200 miembros, incluyendo toda la cadena del sector del vino y el enoturismo, desde quien produce la uva hasta quien escribe, vende y ofrece las botellas. Su objetivo es incrementar la cultura del vino y el consumo responsable, promover el papel de las Mujeres del Vino en la sociedad y en el trabajo. 

Lucia Bonato 


  • IN VINO VERITAS

    Italia es tierra de vinos, y Piamonte es una de las regiones que producen más variedad, cantidad y calidad:Barbera, Barolo, Nebiolo, Asti Spumante para citar solo algunos.  El vino es parte de nuestra cultura, de nuestra economía, del turismo y hasta la religión. Por supuesto hay “rutas del vino”, ferias, festivales, exposiciones grandes y pequeñas, en todo el país para dar a conocer y degustar. El  calendario está lleno de eventos; el más importante es Vinitaly que este año, del 14 al 17 de abril, celebra en Verona su edición número 56.

    Hace poco, visité en Torino el Salón del vino de Piamonte que tuvo lugar en las OGR (Officine Grandi Riparazioni), uno de los ejemplos más importantes de la arquitectura industrial del siglo XIX; utilizadas hasta principios de los años 90 para el mantenimiento de los vehículos ferroviarios, ahora son el único ejemplo europeo de reconversión industrial destinado a acercar la investigación artística y Ia investigación tecnológica con exposiciones, espectáculos, conciertos, teatro, danza, talleres...

    Allí, justamente, me vino la idea de contarles lo que descubrí, porque el vino, ni lo imaginamos, tiene una historia larguísima que se remonta a los fenicios, pasando después por griegos y romanos. De hecho, la botella de vino más antigua del mundo tiene 1700 años y data de la época romana, alrededor del 325 d.C. Encontrada en 1867, se exhibe en el “Historisches Museum der Pfalz” en Speyer, Alemania.

    A propósito de las botellas… su color varía del transparente al verde, al marrón o negro, no tanto por una razón estética, sino por el tiempo de maduración del vino blanco o tinto. También habrán notado que la botella casi nunca es de un litro sino de 0,75. Esto depende del galón imperial (4,5 litros), la unidad de medida que los ingleses utilizaban en sus comercios de vino. Cada caja de dos galones contenía 12 botellas de 0,75 litros y así se quedó! El fondo de “campana” es para servir según la etiqueta y para recoger los depósitos; deriva probablemente de la necesidad de darle mejor estabilidad a las botellas de vidrio soplado. La posición horizontal o inclinada de las botellas  en las bodegas, sirve para mantener el corcho húmedo y elástico en contacto con el vino, para que no entre oxígeno en la botella. ¡El corcho! Si toman una copa de champán, ojo al corcho: ¡parece que en salida puede alcanzar una velocidad de 106 km/h!  

    ¿Y qué decir de las copas? Existe una copa específica para cada tipo de vino, según su color blanco, tinto o rosado, según la estructura del vino, la presencia de taninos, el nivel de crianza, los aromas que desprende. Cristal o vidrio muy delgado, incoloro, transparente: estos son los requisitos imprescindibles para aprovechar al máximo su contenido y permitir apreciar sus colores, claridad y propiedades. El tallo de la copa es fundamental para que el calor y el olor de la mano no interfieran con el contenido. La capacidad del cáliz también es importante, pues la cantidad debe ser suficiente para permitir la liberación de los aromas.

    Con esto, ya estamos listos para el “bríndisi” chocando copas y diciendo “salute”! Y qué divertido descubrir que esta manera de gozar de un buen vino burbujeante es un legado de la antigua Roma, cuando no era improbable que comidas o bebidas fueran envenenadas. Chocando con fuerza (los vasos no eran de vidrio!) se podían enviar gotas de un vaso a otro, contaminándolo eventualmente, entonces el choque era un gesto de confianza hacia los compañeros del banquete. Siempre por la misma razón, en la Grecia antigua, para tranquilizar a sus invitados de que no iban a tomarse una copa de veneno, el anfitrión bebía primero, diciendo a todos: ¡“Salud”! Más reciente es el origen del “chin chin” levantando las copas: sería una deformación de las palabras chinas “ch'ing ch'ing” (= por favor), que los marineros ingleses del Imperio Británico aprendieron como  un saludo amistoso comerciando con China. Su sonido onomatopéico hizo adoptarlo en los bríndis.  

    En el Salón encontré también “Le Donne del Vino”, una asociación de mujeres fundada en 1988, la  más grande y activa del mundo en el sector vitivinícola. Hoy cuenta con más de 1200 miembros, incluyendo toda la cadena del sector del vino y el enoturismo, desde quien produce la uva hasta quien escribe, vende y ofrece las botellas. Su objetivo es incrementar la cultura del vino y el consumo responsable, promover el papel de las Mujeres del Vino en la sociedad y en el trabajo. 

    Lucia Bonato