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UNA PIAZZA PER L’EUROPA

El 15 de marzo pasado, alrededor de 30,000 personas participaron en la céntrica Piazza del Popolo de Roma en la manifestación “Una Piazza per l’Europa”, una iniciativa que surgió a raíz de la propuesta lanzada por el noto periodista Michele Serra en su columna en el diario La Repubblica. Reflexionando sobre el más reciente desarrollo de la política internacional y el auge de tendencias autoritarias y opresivas en las grandes potencias mundiales, Serra en su nota expresaba preocupación sobre el destino de Europa, cuna histórica de valores democráticos y sociales, de tolerancia y respeto, que sin embargo enfrenta grandes tensiones y parece encontrarse estancada en el gran proyecto de unificación que - a partir de la posguerra - ha sido un pilar para la estabilidad y prosperidad del continente.

La manifestación, que pretendía ser un momento de encuentro ajeno a cualquier eslogan político y a todo partidismo, reunió a intelectuales, artistas y alcaldes de toda Italia, y muchos ciudadanos que se reunieron bajo una bandera común, la de la Unión Europea, cual símbolo de la importancia de ratificar y aquellos valores humanos imprescindibles que desde su creación la UE representa.

Es sabido que Italia desempeño un papel crucial en el proceso de unificación europea. El sueño de un continente sin fronteras se gestó inmediatamente después de la devastación de las dos Guerras Mundiales, con sus 100 millones de víctimas y los horrores del Holocausto y las Bombas atómicas. La iniciativa de varios líderes de buscar maneras de evitar futuros conflictos y promover la cooperación económica y política entre los países que intentaban reponerse a esa catástrofe, llevó a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) en 1951, integrada por Alemania Occidental, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. La CECA sentó las bases para una mayor integración, que se ratificó con la firma de los Tratados de Roma en 1957 y el nacimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM). 

Italia jugó un papel esencial en estos desarrollos. El país vio en la integración europea una oportunidad para fortalecer su economía, estabilizar su sistema político y reafirmar su posición en el escenario internacional. Líderes italianos como el primer ministro Alcide De Gasperi fueron figuras clave en la promoción del ideal europeo, abogando por un continente unido por unos mismos valores democráticos, sociales y de cooperación.

La CEE evolucionó en la Unión Europea con la firma del histórico Tratado de Maastricht en 1992, que amplió la cooperación a otras áreas como la política exterior, la seguridad y la ciudadanía europea. Fue el preludio a la creación de la moneda única, el euro, que empezó a circular en 2002. Actualmente, tras la salida del Reino Unido unos años atrás, la UE cuenta con 27 estados miembros pero el empuje que hizo posible todos estos logros parece haber mermado y la posibilidad misma se una supervivencia del ideal unitario europeo se ha puesto en duda. 

Muchos son los retos que la Europa unida enfrenta, desde las tensiones comerciales con las superpotencias económicas mundiales, al manejo del tema de la seguridad y la defensa ante el cambiante cuadro político internacional, a las divisiones respecto a la política migratoria ante el flujo de migrantes de países pobres o en conflicto.

Ahora, los acontecimientos mundiales marcados por la intolerancia, la agresividad y el ultranacionalismo desafían ulteriormente la estabilidad europea, poniendo a prueba su capacidad de responder a la situación con firmeza y con renovada lealtad hacia los principios pacifistas y democráticos que inspiraron a sus fundadores. 

En este sentido, el llamado del periodista Serra y la manifestación de Roma son una pequeña pero significativa muestra de la importancia y la urgencia de mantener vivos y defender los valores fundamentales de la democracia y la paz, cimientos sobre los cuales se ha fundado el moderno estado italiano.

Matteo Cattaneo

  • UNA PIAZZA PER L’EUROPA

    El 15 de marzo pasado, alrededor de 30,000 personas participaron en la céntrica Piazza del Popolo de Roma en la manifestación “Una Piazza per l’Europa”, una iniciativa que surgió a raíz de la propuesta lanzada por el noto periodista Michele Serra en su columna en el diario La Repubblica. Reflexionando sobre el más reciente desarrollo de la política internacional y el auge de tendencias autoritarias y opresivas en las grandes potencias mundiales, Serra en su nota expresaba preocupación sobre el destino de Europa, cuna histórica de valores democráticos y sociales, de tolerancia y respeto, que sin embargo enfrenta grandes tensiones y parece encontrarse estancada en el gran proyecto de unificación que - a partir de la posguerra - ha sido un pilar para la estabilidad y prosperidad del continente.

    La manifestación, que pretendía ser un momento de encuentro ajeno a cualquier eslogan político y a todo partidismo, reunió a intelectuales, artistas y alcaldes de toda Italia, y muchos ciudadanos que se reunieron bajo una bandera común, la de la Unión Europea, cual símbolo de la importancia de ratificar y aquellos valores humanos imprescindibles que desde su creación la UE representa.

    Es sabido que Italia desempeño un papel crucial en el proceso de unificación europea. El sueño de un continente sin fronteras se gestó inmediatamente después de la devastación de las dos Guerras Mundiales, con sus 100 millones de víctimas y los horrores del Holocausto y las Bombas atómicas. La iniciativa de varios líderes de buscar maneras de evitar futuros conflictos y promover la cooperación económica y política entre los países que intentaban reponerse a esa catástrofe, llevó a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) en 1951, integrada por Alemania Occidental, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. La CECA sentó las bases para una mayor integración, que se ratificó con la firma de los Tratados de Roma en 1957 y el nacimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM). 

    Italia jugó un papel esencial en estos desarrollos. El país vio en la integración europea una oportunidad para fortalecer su economía, estabilizar su sistema político y reafirmar su posición en el escenario internacional. Líderes italianos como el primer ministro Alcide De Gasperi fueron figuras clave en la promoción del ideal europeo, abogando por un continente unido por unos mismos valores democráticos, sociales y de cooperación.

    La CEE evolucionó en la Unión Europea con la firma del histórico Tratado de Maastricht en 1992, que amplió la cooperación a otras áreas como la política exterior, la seguridad y la ciudadanía europea. Fue el preludio a la creación de la moneda única, el euro, que empezó a circular en 2002. Actualmente, tras la salida del Reino Unido unos años atrás, la UE cuenta con 27 estados miembros pero el empuje que hizo posible todos estos logros parece haber mermado y la posibilidad misma se una supervivencia del ideal unitario europeo se ha puesto en duda. 

    Muchos son los retos que la Europa unida enfrenta, desde las tensiones comerciales con las superpotencias económicas mundiales, al manejo del tema de la seguridad y la defensa ante el cambiante cuadro político internacional, a las divisiones respecto a la política migratoria ante el flujo de migrantes de países pobres o en conflicto.

    Ahora, los acontecimientos mundiales marcados por la intolerancia, la agresividad y el ultranacionalismo desafían ulteriormente la estabilidad europea, poniendo a prueba su capacidad de responder a la situación con firmeza y con renovada lealtad hacia los principios pacifistas y democráticos que inspiraron a sus fundadores. 

    En este sentido, el llamado del periodista Serra y la manifestación de Roma son una pequeña pero significativa muestra de la importancia y la urgencia de mantener vivos y defender los valores fundamentales de la democracia y la paz, cimientos sobre los cuales se ha fundado el moderno estado italiano.

    Matteo Cattaneo