¿Un café? No es una pregunta sino una invitación para pasar un momento en compañía cuando se encuentra a un amigo, o cuando amigos o conocidos llegan a la casa. En Italia, donde la palabra "café" indica al mismo tiempo el lugar de encuentro y la bebida que ahí se consuma, la tradición del café es algo diferente respecto a otros países: de la dimensión de la taza a la cantidad de café que se toma, al sabor y la concentración del contenido. Las variantes son materia de chiste: macchiato con leche fría / caliente, en taza pequeña / grande, corretto, lungo, corto, ristretto. El café (lugar) puede ser grande y elegante para entretenerse en charlas, o pequeño y sencillo con una barra amplia para atender, en la mañana o en cualquier momento del día, a quien pasa corriendo para tomar un espresso "al banco"; siempre es un poderoso aporte de energía.
Exactamente por ello se empezó a tomar café!
La historia (legendaria, por supuesto) empieza en Etiopia y nos cuenta de un pastor que vio a sus cabras volverse increíblemente enérgicas después de comer los frutos rojos de un arbusto desconocido. Así él llevó los frutos a un monasterio y los monjes prepararon una bebida "energizante", muy apreciada porque los mantenía despiertos durante las oraciones nocturnas. De ahí el café pasó al mundo árabe e islámico donde se volvió bebida ritual en los monasterios sufíes.
En el siglo XV, Yemén era el centro de cultivo y exportación del café; ahí se preparaba una infusión conocida como "qahwa" (así se sigue llamando el café en árabe). En las ciudades importantes del imperio Otomán, surgieron las primeras cafeterías que rápidamente se convirtieron en centros de conversación, arte y música. Llegando a Europa en los siglos XVI y XVII a través de los puertos comerciales, el lado socializador del café se acentuó reuniendo a intelectuales, comerciantes y artistas en un mismo espacio informal. Nacieron entonces unos verdaderos foros políticos filosóficos y científicos en Venecia, Paris, Viena, Londres etc. En Inglaterra las cafeterías eran las “Penny Universities” pues allí, por el precio de una taza, se podía asistir a debates estimulantes. Son famosos el Café Procope en Paris (1686), el Caffè Florián en Venecia (1720), el Caffè Greco en Roma (1760), el Caffè Al Bicerin en Turín (1763). En 1768 Maria Carolina de Absburgo introdujo el café en Nápoles a la corte de los Borbones, ofreciéndolo a los invitados en la ocasión de su boda. Por supuesto, el café ya se conocía en la ciudad pero por su color negro la Iglesia lo consideraba la bebida del diablo. Con la nueva reina se desarrolló en Nápoles un ritual que hoy culmina en la curiosa costumbre del "caffè sospeso": un café dejado pagado para quien no se lo podría permitir.
Con la expansión colonial, el cultivo del café se extendió a los territorios tropicales de otros continentes para satisfacer una demanda de consumo masivo y de diversión colectiva como en los Café Chantant de la Belle Époque.
En Italia el café es un rito que se replica varias veces en el día, en casa o "al bar", y no tiene nada que ver con el café americano (muy aguado), el café árabe o turco (con cardamomo), o el "jus de chaussettes" (jugo de calcetines) del percolado francés. Tal como lo conocemos hoy en Italia, es el resultado de una larga evolución cultural y técnica que culminó en 1933 en la invención de la moka (nombre de un puerto en Yemén de donde se exporta el café) por Alfonso Bialetti, una cafetera que permite preparar en casa un café fuerte y aromático. El espresso nació con la primera máquina moderna elaborada por Achille Gaggia en 1947 en la cual con la presión se extrae rápidamente el café con su cremita encima.
La tendencia actual del mercado nos propone máquinitas para el consumo doméstico, así en los supermercados el clásico paquete de 250 gramos de molido está casi olvidado en un rincón, frente a la gran variedad de propuestas de cápsulas (varios sabores, crema y más cuerpo) o "cialde" monodosis (ecológicas, baratas, menos sabor). Nada que ver con la moka, por lo menos para la boomer que yo soy.
Lucia Bonato
Amigos De Italia (ADI)
¿Un café? No es una pregunta sino una invitación para pasar un momento en compañía cuando se encuentra a un amigo, o cuando amigos o conocidos llegan a la casa. En Italia, donde la palabra "café" indica al mismo tiempo el lugar de encuentro y la bebida que ahí se consuma, la tradición del café es algo diferente respecto a otros países: de la dimensión de la taza a la cantidad de café que se toma, al sabor y la concentración del contenido. Las variantes son materia de chiste: macchiato con leche fría / caliente, en taza pequeña / grande, corretto, lungo, corto, ristretto. El café (lugar) puede ser grande y elegante para entretenerse en charlas, o pequeño y sencillo con una barra amplia para atender, en la mañana o en cualquier momento del día, a quien pasa corriendo para tomar un espresso "al banco"; siempre es un poderoso aporte de energía.
Exactamente por ello se empezó a tomar café!
La historia (legendaria, por supuesto) empieza en Etiopia y nos cuenta de un pastor que vio a sus cabras volverse increíblemente enérgicas después de comer los frutos rojos de un arbusto desconocido. Así él llevó los frutos a un monasterio y los monjes prepararon una bebida "energizante", muy apreciada porque los mantenía despiertos durante las oraciones nocturnas. De ahí el café pasó al mundo árabe e islámico donde se volvió bebida ritual en los monasterios sufíes.
En el siglo XV, Yemén era el centro de cultivo y exportación del café; ahí se preparaba una infusión conocida como "qahwa" (así se sigue llamando el café en árabe). En las ciudades importantes del imperio Otomán, surgieron las primeras cafeterías que rápidamente se convirtieron en centros de conversación, arte y música. Llegando a Europa en los siglos XVI y XVII a través de los puertos comerciales, el lado socializador del café se acentuó reuniendo a intelectuales, comerciantes y artistas en un mismo espacio informal. Nacieron entonces unos verdaderos foros políticos filosóficos y científicos en Venecia, Paris, Viena, Londres etc. En Inglaterra las cafeterías eran las “Penny Universities” pues allí, por el precio de una taza, se podía asistir a debates estimulantes. Son famosos el Café Procope en Paris (1686), el Caffè Florián en Venecia (1720), el Caffè Greco en Roma (1760), el Caffè Al Bicerin en Turín (1763). En 1768 Maria Carolina de Absburgo introdujo el café en Nápoles a la corte de los Borbones, ofreciéndolo a los invitados en la ocasión de su boda. Por supuesto, el café ya se conocía en la ciudad pero por su color negro la Iglesia lo consideraba la bebida del diablo. Con la nueva reina se desarrolló en Nápoles un ritual que hoy culmina en la curiosa costumbre del "caffè sospeso": un café dejado pagado para quien no se lo podría permitir.
Con la expansión colonial, el cultivo del café se extendió a los territorios tropicales de otros continentes para satisfacer una demanda de consumo masivo y de diversión colectiva como en los Café Chantant de la Belle Époque.
En Italia el café es un rito que se replica varias veces en el día, en casa o "al bar", y no tiene nada que ver con el café americano (muy aguado), el café árabe o turco (con cardamomo), o el "jus de chaussettes" (jugo de calcetines) del percolado francés. Tal como lo conocemos hoy en Italia, es el resultado de una larga evolución cultural y técnica que culminó en 1933 en la invención de la moka (nombre de un puerto en Yemén de donde se exporta el café) por Alfonso Bialetti, una cafetera que permite preparar en casa un café fuerte y aromático. El espresso nació con la primera máquina moderna elaborada por Achille Gaggia en 1947 en la cual con la presión se extrae rápidamente el café con su cremita encima.
La tendencia actual del mercado nos propone máquinitas para el consumo doméstico, así en los supermercados el clásico paquete de 250 gramos de molido está casi olvidado en un rincón, frente a la gran variedad de propuestas de cápsulas (varios sabores, crema y más cuerpo) o "cialde" monodosis (ecológicas, baratas, menos sabor). Nada que ver con la moka, por lo menos para la boomer que yo soy.
Lucia Bonato
Amigos De Italia (ADI)