Cuando se habla de televisión italiana, hay una época que permanece en la memoria colectiva, aquella en la que el espectáculo televisivo tenía un rostro inconfundible, cercano y simbólico: Pippo Baudo.
Giuseppe Raimondo Vittorio Baudo, más conocido artísticamente como Pippo Baudo, falleció a los 89 años en Roma el pasado 16 de agosto. Su muerte dejó un profundo pesar en el mundo de la televisión italiana. En los días posteriores, se desató un torrente de reconocimientos, desde el homenaje de Laura Pausini hasta la emotiva declaración de Giorgia Meloni, quien lo definió como “uno de los grandes protagonistas de la historia de la televisión italiana”.
Durante décadas, Baudo fue uno de los pilares del espectáculo televisivo. Conductor carismático y comunicador excepcional, supo atravesar épocas y generaciones, convirtiéndose en una figura imprescindible de la RAI. Estuvo al frente de programas emblemáticos como Domenica In, Sanremo, Fantastico, Luna Park y Canzonissima, todos conducidos con su sello de liderazgo y cercanía.
Su vínculo con el Festival de Sanremo es legendario: lo presentó en 13 ediciones —récord absoluto para un solo conductor— y fue su director artístico en siete ocasiones. Bajo su guía, Sanremo alcanzó picos históricos de audiencia y se transformó en una plataforma de renovación y descubrimiento de talentos.
Baudo no solo presentó programas: fue un auténtico catalizador de carreras artísticas, un creador de escenarios que ofreció oportunidades a cantantes y figuras que luego se consagraron. Su televisión fue elegante, cálida, y más que entretener, impulsó, cultivó y celebró. Gracias a él, muchas voces que parecían destinadas al anonimato encontraron eco en el corazón del público.
Recordar a Pippo Baudo es recordar un periodo entero de la historia de la televisión italiana. Su ausencia duele, pero no borra la huella indeleble de su legado. Para algunos artistas, marcó un antes y un después: como Laura Pausini, quien en 1993 ganó Sanremo con La solitudine bajo la conducción de Baudo.
Hay personajes que nunca mueren: se convierten en recuerdo compartido, en emoción colectiva. Italia recuerda a Pippo Baudo como un hombre que hizo de la televisión un hogar.
Daniel Vargas
Círculo literario, Dante Alighieri
Cuando se habla de televisión italiana, hay una época que permanece en la memoria colectiva, aquella en la que el espectáculo televisivo tenía un rostro inconfundible, cercano y simbólico: Pippo Baudo.
Giuseppe Raimondo Vittorio Baudo, más conocido artísticamente como Pippo Baudo, falleció a los 89 años en Roma el pasado 16 de agosto. Su muerte dejó un profundo pesar en el mundo de la televisión italiana. En los días posteriores, se desató un torrente de reconocimientos, desde el homenaje de Laura Pausini hasta la emotiva declaración de Giorgia Meloni, quien lo definió como “uno de los grandes protagonistas de la historia de la televisión italiana”.
Durante décadas, Baudo fue uno de los pilares del espectáculo televisivo. Conductor carismático y comunicador excepcional, supo atravesar épocas y generaciones, convirtiéndose en una figura imprescindible de la RAI. Estuvo al frente de programas emblemáticos como Domenica In, Sanremo, Fantastico, Luna Park y Canzonissima, todos conducidos con su sello de liderazgo y cercanía.
Su vínculo con el Festival de Sanremo es legendario: lo presentó en 13 ediciones —récord absoluto para un solo conductor— y fue su director artístico en siete ocasiones. Bajo su guía, Sanremo alcanzó picos históricos de audiencia y se transformó en una plataforma de renovación y descubrimiento de talentos.
Baudo no solo presentó programas: fue un auténtico catalizador de carreras artísticas, un creador de escenarios que ofreció oportunidades a cantantes y figuras que luego se consagraron. Su televisión fue elegante, cálida, y más que entretener, impulsó, cultivó y celebró. Gracias a él, muchas voces que parecían destinadas al anonimato encontraron eco en el corazón del público.
Recordar a Pippo Baudo es recordar un periodo entero de la historia de la televisión italiana. Su ausencia duele, pero no borra la huella indeleble de su legado. Para algunos artistas, marcó un antes y un después: como Laura Pausini, quien en 1993 ganó Sanremo con La solitudine bajo la conducción de Baudo.
Hay personajes que nunca mueren: se convierten en recuerdo compartido, en emoción colectiva. Italia recuerda a Pippo Baudo como un hombre que hizo de la televisión un hogar.
Daniel Vargas
Círculo literario, Dante Alighieri