El mes pasado les hablé del aperitivo que, en general, se asocia al gusto salado. Hoy les presento la tradición piamontesa de los dulces. Piamonte cuenta con una notable tradición repostera que ofrece una gran cantidad de galletas y postres, una verdadera excelencia de nuestra región que hoy se traduce en exportación de diversos productos a todo el mundo.
El desarrollo del sector de la confitería creció gracias a la increíble abundancia de materias primas: leche, cereales, avellanas, castañas, miel, todos ingredientes que los pasteleros piamonteses han sabido conjugar con gusto y originalidad dando vida a un mercado industrial y artesanal muy dinámico. Por otro lado, en el pasado la capital del reino ofrecía el contexto favorable de un gran número de fiestas y banquetes celebrados por los gobernantes, los Saboya, que con los dulces ostentaban su riqueza.
La evolución del sector presenta también un interés histórico: el azúcar que hoy es elemento fundamental para endulzar platos y bebidas, no siempre fue fácil de adquirir. Los árabes ya conocían el azúcar de caña desde el siglo VII a.C.; América Central y del Sur son productores y consumidores desde tiempos ancestrales. En Europa el endulzamiento de postres se hacía, como ya era costumbre en la época romana, con miel de abeja o hirviendo higos o calabazas. El azúcar se encontraba solo en las mesas de nobles y aristocráticos. Pero ya a finales del siglo XVI, Olivier de Serres, agrónomo francés, descubrió que se podía obtener un jarabe dulce de la remolacha. Así, cuando Napoleón bloqueó las importaciones de varios productos, se extendió el estudio sobre la remolacha y nacieron las primeras fábricas de azúcar blanca, cuyo consumo se generalizó hasta hoy en día. Sin embargo, en estos últimos años el consumo de azúcar morena se ha vuelto más común porque se difundió la convicción que es más natural y contiene menos procesos químicos.
Regresando a nuestros dulces, curiosa como soy, siempre me pregunto “il come e il perché” de las cosas, y la historia, de verdad, nunca nos decepciona. Así descubrimos unas anécdotas “sabrosas”, como la de los Krumiri que nacieron de la creatividad de un pastelero piamontés en 1878, en conmemoración de Vittorio Emanuele II de Saboya, primer rey de Italia, fallecido en ese mismo año. Su forma se inspiraba en el bigote del soberano, mientras su nombre proviene de los Khumir, tribu guerrera de Túnez. A finales del siglo XIX, Francia culpabilizó este grupo étnico utilizándolo de pretexto para iniciar la guerra de invasión tunecina. ¿Qué tiene que ver todo esto con unas galletas que son perfectas para remojar en la leche o el té, o para acompañar una copa de vino Brachetto? Por el momento, ¡no hay respuesta!
Según una leyenda muy romántica, al mismo rey se debe la creación de los Baci di dama (besos de dama): en 1852 Vittorio Emanuele II, gran Casanova, le pidió a un chef de la Casa Real un nuevo postre para ofrecérselo a una mujer hermosa: dos medias pepitas se juntan como dos labios en el acto de darse un beso.
Sin leyenda para contarles, a parte su sabor fantástico, no quiero olvidar las Paste ‘d melia (galletas de maíz), los Torcetti al burro (galletas de mantequilla), los Persi pien (duraznos rellenos) y el Bonet (Gorro, pues toma su nombre del molde en el que se prepara). Este postre de cuchara es en realidad un budín, pero sus ingredientes lo hacen diferente: huevos, azúcar, cacao, leche, licor y amaretti secos, que son el verdadero ingrediente secreto de esta receta única.
Ahora ¿ya se pusieron su delantal y sacaron todos los utensilios de cocina? Las recetas están aquí → https://www.giallozafferano.it/ricette-cat/regionali/Dolci-e-Desserts/Piemonte/
Lucia Bonato
El mes pasado les hablé del aperitivo que, en general, se asocia al gusto salado. Hoy les presento la tradición piamontesa de los dulces. Piamonte cuenta con una notable tradición repostera que ofrece una gran cantidad de galletas y postres, una verdadera excelencia de nuestra región que hoy se traduce en exportación de diversos productos a todo el mundo.
El desarrollo del sector de la confitería creció gracias a la increíble abundancia de materias primas: leche, cereales, avellanas, castañas, miel, todos ingredientes que los pasteleros piamonteses han sabido conjugar con gusto y originalidad dando vida a un mercado industrial y artesanal muy dinámico. Por otro lado, en el pasado la capital del reino ofrecía el contexto favorable de un gran número de fiestas y banquetes celebrados por los gobernantes, los Saboya, que con los dulces ostentaban su riqueza.
La evolución del sector presenta también un interés histórico: el azúcar que hoy es elemento fundamental para endulzar platos y bebidas, no siempre fue fácil de adquirir. Los árabes ya conocían el azúcar de caña desde el siglo VII a.C.; América Central y del Sur son productores y consumidores desde tiempos ancestrales. En Europa el endulzamiento de postres se hacía, como ya era costumbre en la época romana, con miel de abeja o hirviendo higos o calabazas. El azúcar se encontraba solo en las mesas de nobles y aristocráticos. Pero ya a finales del siglo XVI, Olivier de Serres, agrónomo francés, descubrió que se podía obtener un jarabe dulce de la remolacha. Así, cuando Napoleón bloqueó las importaciones de varios productos, se extendió el estudio sobre la remolacha y nacieron las primeras fábricas de azúcar blanca, cuyo consumo se generalizó hasta hoy en día. Sin embargo, en estos últimos años el consumo de azúcar morena se ha vuelto más común porque se difundió la convicción que es más natural y contiene menos procesos químicos.
Regresando a nuestros dulces, curiosa como soy, siempre me pregunto “il come e il perché” de las cosas, y la historia, de verdad, nunca nos decepciona. Así descubrimos unas anécdotas “sabrosas”, como la de los Krumiri que nacieron de la creatividad de un pastelero piamontés en 1878, en conmemoración de Vittorio Emanuele II de Saboya, primer rey de Italia, fallecido en ese mismo año. Su forma se inspiraba en el bigote del soberano, mientras su nombre proviene de los Khumir, tribu guerrera de Túnez. A finales del siglo XIX, Francia culpabilizó este grupo étnico utilizándolo de pretexto para iniciar la guerra de invasión tunecina. ¿Qué tiene que ver todo esto con unas galletas que son perfectas para remojar en la leche o el té, o para acompañar una copa de vino Brachetto? Por el momento, ¡no hay respuesta!
Según una leyenda muy romántica, al mismo rey se debe la creación de los Baci di dama (besos de dama): en 1852 Vittorio Emanuele II, gran Casanova, le pidió a un chef de la Casa Real un nuevo postre para ofrecérselo a una mujer hermosa: dos medias pepitas se juntan como dos labios en el acto de darse un beso.
Sin leyenda para contarles, a parte su sabor fantástico, no quiero olvidar las Paste ‘d melia (galletas de maíz), los Torcetti al burro (galletas de mantequilla), los Persi pien (duraznos rellenos) y el Bonet (Gorro, pues toma su nombre del molde en el que se prepara). Este postre de cuchara es en realidad un budín, pero sus ingredientes lo hacen diferente: huevos, azúcar, cacao, leche, licor y amaretti secos, que son el verdadero ingrediente secreto de esta receta única.
Ahora ¿ya se pusieron su delantal y sacaron todos los utensilios de cocina? Las recetas están aquí → https://www.giallozafferano.it/ricette-cat/regionali/Dolci-e-Desserts/Piemonte/
Lucia Bonato