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LAS MUCHAS VENTAJAS DE UN INTERCAMBIO

Cuando estudias en el ambiente de la diplomacia y de las relaciones internacionales, tienes 22 años y quieres trabajar en este ámbito, un intercambio durante tu carrera es lo mejor que te podría pasar. 

Irte a otro país, estudiar y hablar en un idioma que no es el tuyo, conocer diferentes culturas y maneras de hacer las cosas va a formar parte de tu persona por el resto de tu vida.

Por estas razones decidí postular para el intercambio organizado por la universidad “La Sapienza” de Roma y tener la oportunidad de estudiar en la universidad Rafael Landívar en Ciudad de Guatemala.

La solicitud se realiza con arreglo a los siguientes requerimientos:  tener un buen nivel de español o en general del idioma del país que te va a hospedar, tener un alto promedio escolar, sólidas razones por las cuales te gustaría ir y , yo añadiría, mucha fuerza de voluntad.

Porque al final de todo, cada uno se va a enfrentar con una realidad que no es suya y si empieza a sentir que no le pertenece, puede acabar teniendo una experiencia negativa que le va a afectar y, a lo peor, dañar a largo plazo en sus actividades cotidianas y durante su estadía.


El proceso de selección dura unas semanas: postulas, agregas a tu portal los documentos requeridos como pasaporte, notas, certificaciones, carta de motivación y esperas a que el coordinador de la oficina de cooperación te escriba para un coloquio informal en donde se certifica tu nivel del idioma y se habla de las documentaciones que subiste.

Al final de este proceso, se espera la salida de la graduatoria para averiguar si tu nombre está en la lista.

Una vez que esta primera parte burocrática se ha terminado y se acepta la propuesta de intercambio, se tienen sólo que listar las cosas para empezar tu nueva vida y salir del país.

Cuando se llega al lugar final, en mi caso Ciudad de Guatemala, la universidad acogedora se va a ocupar de tu llegada, orientación, dudas y cualquier otra cuestión burocrática y no.

Tu coordinador va a estar siempre pendiente de las posibles dudas o problemas que puedan surgir y te acompañará hasta el final del periodo de intercambio.

Sobre todo, él se ocupará de la ayuda en elegir las asignaturas que seguirás durante tu semestre, porque si vas a estudiar, lo mejor sería que al volver te certifiquen el trabajo que hiciste en la universidad de destino. Por esta razón, durante el intercambio tienes la oportunidad de seguir los cursos que se acoplen mejor con tu plan de estudios y los podrás elegir y buscar con flexibilidad para que todos tus esfuerzos tengan una recompensa final.

Otro punto a favor concierne la posibilidad de que, durante la experiencia, podrás tener la oportunidad de estar en contacto con personas que a lo mejor nunca hubieses conocido en tu vida. Por ejemplo, si empiezas una curso de estudios en relaciones internacionales en la Landívar, la universidad te apoyará en ponerte en contacto con docentes que ya han tenido experiencias en su campo de enseñanza como abogados, embajadores, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, etc. Algo que yo considero muy útil y que nunca hubiese tenido la oportunidad de hacer en mi universidad de origen.

Por cierto, estos convenios entre universidades que se encuentran en extremos opuestos traen beneficios a ambas partes, en primer lugar por una cuestión de mayor conexión entre países distintos que a lo mejor nunca se hubiesen puesto en contacto y también por un hecho de transferencias de conocimientos.

El intercambio no solo aporta cambios radicales dentro la persona misma, sino que conecta a todos lo que forman parte de este proceso y genera un círculo de conexión donde todos lo que forman parte de ello tienen una misión precisa que confluye en algo más grande: cooperar y dar la oportunidad de conocer culturas, lugares y tipos de vida distintos a los que uno está acostumbrado a vivir cada día en su zona de confort. 

Así que después de haber tomado en cuenta las cosas positivas y las negativas que podrían ocurrir, ¿te atreverías a irte de intercambio?

Rita Saponara



  • LAS MUCHAS VENTAJAS DE UN INTERCAMBIO

    Cuando estudias en el ambiente de la diplomacia y de las relaciones internacionales, tienes 22 años y quieres trabajar en este ámbito, un intercambio durante tu carrera es lo mejor que te podría pasar. 

    Irte a otro país, estudiar y hablar en un idioma que no es el tuyo, conocer diferentes culturas y maneras de hacer las cosas va a formar parte de tu persona por el resto de tu vida.

    Por estas razones decidí postular para el intercambio organizado por la universidad “La Sapienza” de Roma y tener la oportunidad de estudiar en la universidad Rafael Landívar en Ciudad de Guatemala.

    La solicitud se realiza con arreglo a los siguientes requerimientos:  tener un buen nivel de español o en general del idioma del país que te va a hospedar, tener un alto promedio escolar, sólidas razones por las cuales te gustaría ir y , yo añadiría, mucha fuerza de voluntad.

    Porque al final de todo, cada uno se va a enfrentar con una realidad que no es suya y si empieza a sentir que no le pertenece, puede acabar teniendo una experiencia negativa que le va a afectar y, a lo peor, dañar a largo plazo en sus actividades cotidianas y durante su estadía.


    El proceso de selección dura unas semanas: postulas, agregas a tu portal los documentos requeridos como pasaporte, notas, certificaciones, carta de motivación y esperas a que el coordinador de la oficina de cooperación te escriba para un coloquio informal en donde se certifica tu nivel del idioma y se habla de las documentaciones que subiste.

    Al final de este proceso, se espera la salida de la graduatoria para averiguar si tu nombre está en la lista.

    Una vez que esta primera parte burocrática se ha terminado y se acepta la propuesta de intercambio, se tienen sólo que listar las cosas para empezar tu nueva vida y salir del país.

    Cuando se llega al lugar final, en mi caso Ciudad de Guatemala, la universidad acogedora se va a ocupar de tu llegada, orientación, dudas y cualquier otra cuestión burocrática y no.

    Tu coordinador va a estar siempre pendiente de las posibles dudas o problemas que puedan surgir y te acompañará hasta el final del periodo de intercambio.

    Sobre todo, él se ocupará de la ayuda en elegir las asignaturas que seguirás durante tu semestre, porque si vas a estudiar, lo mejor sería que al volver te certifiquen el trabajo que hiciste en la universidad de destino. Por esta razón, durante el intercambio tienes la oportunidad de seguir los cursos que se acoplen mejor con tu plan de estudios y los podrás elegir y buscar con flexibilidad para que todos tus esfuerzos tengan una recompensa final.

    Otro punto a favor concierne la posibilidad de que, durante la experiencia, podrás tener la oportunidad de estar en contacto con personas que a lo mejor nunca hubieses conocido en tu vida. Por ejemplo, si empiezas una curso de estudios en relaciones internacionales en la Landívar, la universidad te apoyará en ponerte en contacto con docentes que ya han tenido experiencias en su campo de enseñanza como abogados, embajadores, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, etc. Algo que yo considero muy útil y que nunca hubiese tenido la oportunidad de hacer en mi universidad de origen.

    Por cierto, estos convenios entre universidades que se encuentran en extremos opuestos traen beneficios a ambas partes, en primer lugar por una cuestión de mayor conexión entre países distintos que a lo mejor nunca se hubiesen puesto en contacto y también por un hecho de transferencias de conocimientos.

    El intercambio no solo aporta cambios radicales dentro la persona misma, sino que conecta a todos lo que forman parte de este proceso y genera un círculo de conexión donde todos lo que forman parte de ello tienen una misión precisa que confluye en algo más grande: cooperar y dar la oportunidad de conocer culturas, lugares y tipos de vida distintos a los que uno está acostumbrado a vivir cada día en su zona de confort. 

    Así que después de haber tomado en cuenta las cosas positivas y las negativas que podrían ocurrir, ¿te atreverías a irte de intercambio?

    Rita Saponara