Cuando pensamos en los personajes que le dan lustro a nuestra Edad Media, el primero es sin duda alguna Dante, el padre de la lengua italiana; sigue de cerca el otro poeta divino, Boccaccio y, en otro contexto artístico, Giotto, pintor y arquitecto. Nunca lo pensamos, pero Marco Polo es un contemporáneo de Dante (1265-1321) y a su manera ha dejado una huella importante en nuestra cultura, que este año lo va a celebrar: hace setecientos años, el 9 de enero de 1324 Marco Polo murió a los 70 años, edad sorprendente para aquel tiempo y para la vida aventurosa y peligrosa que vivió. Gracias a él, mercader y viajero, y al "Milione" que es el relato de todo lo que vivió, la Europa medieval escuchó por primera vez hablar del Oriente lejano, asombrándose al escuchar las maravillas de una sociedad tan avanzada y bien organizada fuera de Europa. En realidad, como para todas las tierras descubiertas en la Edad Media, es muy probable que otras personas hayan vivido en el pasado experiencias similares a las de Marco Polo; él mismo contó de haberse cruzado con comerciantes europeos en el camino, así como su padre y su tío ya habían hecho anteriormente otro viaje al Oriente; probablemente no fueron los únicos y, tal vez, ni siquiera los primeros. El mérito de Marco Polo fue dejar una huella escrita asÍ que, menos de doscientos años más tarde, los grandes navegantes se inspiraron en sus cuentos y narraciones.
En aquel entonces Venecia era una potencia naval y comercial; su actividad mercantil se extendía desde el Mediterráneo hasta el Oriente. Apoyó a los cruzados a contrarrestar al islam y mantuvo un largo conflicto con Génova, Pisa y Amalfi por el predominio comercial. Marco nació en Venecia en 1254, en una familia de ricos comerciantes que importaban productos de Oriente y tenían una base en Constantinopla y en el Mar Negro. Su padre Niccolò y su tío Matteo, en un primer viaje a China habían encontrado al emperador mongol, Qublai, que les entregó un mensaje para el Papa. Alrededor de 1271, Marco se fue a China con su padre y su tío, cargando un mensaje de respuesta del Papa para Qublai. Las guerras, el clima no siempre favorable y las enfermedades ralentizaron el viaje, que duró más de tres años. Los tártaros (o mongoles) que entonces controlaban casi toda Asia, recibieron muy bien a los viajeros venecianos, tanto que Marco se permaneció con ellos durante diecisiete años, convirtiéndose en asesor y alto funcionario, gobernador y embajador del Gran Khan. En nombre del soberano, realizó numerosos viajes a China, Birmania, India, Indonesia, Persia y otros paises.
En 1295, a sus cuarenta años, regresó a Venecia. En 1298 participó en una batalla naval entre venecianos y genoveses y fue hecho prisionero. Su compañero en la carcel de Génova fue Rustichello da Pisa, el escritor a quien Marco Polo dictó el relato de sus viajes. Así nació Le divisament du monde, o Livre des merveilles du monde, más conocido como Il Milione. Este título derivó del apodo de 'messer Marco Milioni' quien, como escribió el geógrafo del siglo XVI Giovanni Battista Ramusio, "todo lo relacionado con esos países lo contaba a millones". Esta tendencia al hypérbole generó más de una duda sobre la veracidad del relato. Cierto, la admiración y el entusiasmo del autor pueden engañar al lector, como la descripción del unicornio que Marco dijo haber avistado en la isla de Java. : "Tienen elefantes y unicornios muy salvajes: [...] en medio de la frente tienen un gran cuerno". Pero en una lectura más atenta y completa, se comprende que Marco Polo ¡hablaba de un rinoceronte!
El libro circuló en manuscrito (todavía faltaba un par de siglos para la imprenta) y tubo inmediatamente un éxito extraordinario por su interés político, geográfico y etnográfico, además de ser una guia para el comercio. Aunque el original, en francés (lengua d’oïl, o provenzal, o tal vez franco-veneto) se haya perdido, se hicieron traducciones, reducciones y adaptaciones a varios idiomas y todavía se conservan muchos ejemplares. El mismo Cristóbal Colón tenía su copia inspiradora, cuidadosamente anotada, y de hecho siempre pensó que había llegado a Catai, antiguo nombre de China.
Lucia Bonato
Cuando pensamos en los personajes que le dan lustro a nuestra Edad Media, el primero es sin duda alguna Dante, el padre de la lengua italiana; sigue de cerca el otro poeta divino, Boccaccio y, en otro contexto artístico, Giotto, pintor y arquitecto. Nunca lo pensamos, pero Marco Polo es un contemporáneo de Dante (1265-1321) y a su manera ha dejado una huella importante en nuestra cultura, que este año lo va a celebrar: hace setecientos años, el 9 de enero de 1324 Marco Polo murió a los 70 años, edad sorprendente para aquel tiempo y para la vida aventurosa y peligrosa que vivió. Gracias a él, mercader y viajero, y al "Milione" que es el relato de todo lo que vivió, la Europa medieval escuchó por primera vez hablar del Oriente lejano, asombrándose al escuchar las maravillas de una sociedad tan avanzada y bien organizada fuera de Europa. En realidad, como para todas las tierras descubiertas en la Edad Media, es muy probable que otras personas hayan vivido en el pasado experiencias similares a las de Marco Polo; él mismo contó de haberse cruzado con comerciantes europeos en el camino, así como su padre y su tío ya habían hecho anteriormente otro viaje al Oriente; probablemente no fueron los únicos y, tal vez, ni siquiera los primeros. El mérito de Marco Polo fue dejar una huella escrita asÍ que, menos de doscientos años más tarde, los grandes navegantes se inspiraron en sus cuentos y narraciones.
En aquel entonces Venecia era una potencia naval y comercial; su actividad mercantil se extendía desde el Mediterráneo hasta el Oriente. Apoyó a los cruzados a contrarrestar al islam y mantuvo un largo conflicto con Génova, Pisa y Amalfi por el predominio comercial. Marco nació en Venecia en 1254, en una familia de ricos comerciantes que importaban productos de Oriente y tenían una base en Constantinopla y en el Mar Negro. Su padre Niccolò y su tío Matteo, en un primer viaje a China habían encontrado al emperador mongol, Qublai, que les entregó un mensaje para el Papa. Alrededor de 1271, Marco se fue a China con su padre y su tío, cargando un mensaje de respuesta del Papa para Qublai. Las guerras, el clima no siempre favorable y las enfermedades ralentizaron el viaje, que duró más de tres años. Los tártaros (o mongoles) que entonces controlaban casi toda Asia, recibieron muy bien a los viajeros venecianos, tanto que Marco se permaneció con ellos durante diecisiete años, convirtiéndose en asesor y alto funcionario, gobernador y embajador del Gran Khan. En nombre del soberano, realizó numerosos viajes a China, Birmania, India, Indonesia, Persia y otros paises.
En 1295, a sus cuarenta años, regresó a Venecia. En 1298 participó en una batalla naval entre venecianos y genoveses y fue hecho prisionero. Su compañero en la carcel de Génova fue Rustichello da Pisa, el escritor a quien Marco Polo dictó el relato de sus viajes. Así nació Le divisament du monde, o Livre des merveilles du monde, más conocido como Il Milione. Este título derivó del apodo de 'messer Marco Milioni' quien, como escribió el geógrafo del siglo XVI Giovanni Battista Ramusio, "todo lo relacionado con esos países lo contaba a millones". Esta tendencia al hypérbole generó más de una duda sobre la veracidad del relato. Cierto, la admiración y el entusiasmo del autor pueden engañar al lector, como la descripción del unicornio que Marco dijo haber avistado en la isla de Java. : "Tienen elefantes y unicornios muy salvajes: [...] en medio de la frente tienen un gran cuerno". Pero en una lectura más atenta y completa, se comprende que Marco Polo ¡hablaba de un rinoceronte!
El libro circuló en manuscrito (todavía faltaba un par de siglos para la imprenta) y tubo inmediatamente un éxito extraordinario por su interés político, geográfico y etnográfico, además de ser una guia para el comercio. Aunque el original, en francés (lengua d’oïl, o provenzal, o tal vez franco-veneto) se haya perdido, se hicieron traducciones, reducciones y adaptaciones a varios idiomas y todavía se conservan muchos ejemplares. El mismo Cristóbal Colón tenía su copia inspiradora, cuidadosamente anotada, y de hecho siempre pensó que había llegado a Catai, antiguo nombre de China.
Lucia Bonato