LA EXCELENCIA DEL MADE IN ITALY EN EL DEPORTE:
EL CINE Y LA MOLE EN TURÍN
PATROCINADORES 39° EDICIÓN
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MIRANDO HACIA EL FUTURO

Hay otra inquietud que surge al rememorar las vidas de los italianos en un siglo y medio de presencia en un país lejano: el papel de absoluta centralidad que debería tener la LENGUA ITALIANA como elemento de identidad y cohesión de la comunidad. Los primeros grupos de migrantes llegados a Guatemala a menudo no encontraron condiciones para formar “barrios”, “comunidades”, “colonias” italianas y se integraron casi completamente en la realidad guatemalteca, formando familias en donde fue difícil conservar y sobre todo transmitir patrones italianos. Más allá de algunas comidas, el vino, el juego de bochas o de cartas, lo que rápidamente se perdió, acaso porque ya era algo débil, fue justamente el idioma italiano.

Recordemos que Italia es tierra de dialectos, de variedades lingüísticas locales muy diferentes de un lugar a otro; el italiano hablado y escrito se volvió lengua “nacional” solo muy adentro del siglo XX con la difusión de la radio, la televisión y la instrucción primaria obligatoria, así que sobre todo durante las primeras décadas de emigración, los italianos traían muy marcadas sus identidades lingüísticas regionales. Es notorio pues que muchos descendientes de italianos en Guatemala no han conservado y transmitido el idioma de sus ancestros y sus hijos lo tienen que aprender hoy como un idioma extranjero. Sin embargo, Italia ha honrado el sacrificio de muchos italianos que han dejado su tierra con un reconocimiento muy significativo e importante como lo es la posibilidad de obtener la ciudadanía italiana y el derecho de voto. La ciudadanía siempre conlleva derechos, pero también deberes, entre ellos él de conocer la historia, la cultura y las problemáticas actuales del país, el ejercicio consciente del voto, el deseo de participar en las organizaciones italianas. Poder hablar, leer, entender y escribir el idioma italiano

es un factor fundamental para desarrollar sinergias, vínculos entre generaciones, conocimiento de oportunidades, en una palabra, para promover la italianidad que se quiere ostentar.

En las páginas de este libro ya está parte de la solución: el Instituto Italiano de Cultura y la Società Dante Alighieri ofrecen cursos para todos los niveles y en muchos horarios: aprovecharlos sería el primer paso. Sin embargo, habría una acción más consistente en que los italianos de Guatemala deberían seriamente pensar: un colegio de inspiración italiana o, por lo menos, un acuerdo con otros colegios existentes para promover secciones con específica cultura italiana y la introducción

del italiano como tercer idioma curricular. En el libro se mencionaron algunas experiencias que podrían ser apoyadas y valoradas: ojalá se pueda llegar a pensar en grande sobre este tema.


Una dimensión más que sobresale en las páginas del libro es el dinamismo de tantas  congregaciones religiosas italianas, de ONG y del voluntariado en general. Son ejemplo de aquella CULTURA DE LA SOLIDARIDAD que promueve una sociedad más incluyente y justa, alimentada con iniciativas originales y generosas. Y entonces ¿Por qué no cultivar y fomentar este espíritu también dentro de la comunidad italiana, para paliar  situaciones particulares de dificultad de sus miembros? Si bien es cierto que la mayoría de connacionales en Guatemala goza de buenas condiciones económicas, no es un secreto que los gastos médicos, el cuidado de las personas ancianas o discapacitadas, las emergencias económicas de vario tipo, pueden llegar a crear graves dificultades a nivel personal y familiar. 

El Club italiano nació como Asociación de Socorro Mutuo y conserva todavía esta finalidad. ¿Por qué no ampliar su esfera de la Beneficencia, dándole si fuera el caso, cierta autonomía, de manera que pueda analizar e implementar proyectos de mediano plazo y soluciones sostenibles y modernas a este tipo de problemas? Dejamos las preguntas a la reflexión de los lectores, que con su experiencia podrán aportar sugerencias y colaboración.


No hay que dejar de lado la importancia que podría tener un mayor INTERCAMBIO CON ITALIA, no sólo con iniciativas de tipo comercial, actualmente impulsadas por la Camcig, sino con propuestas turístico-culturales dirigidas tanto a jóvenes estudiantes – favoreciendo cursos en Italia, becas, viajes, estancias de estudio con familias italianas - como a un público más general, con viajes temáticos, itinerarios alternativos, propuestas turísticas innovadoras.


Una última indicación para el Sistema Italia en su conjunto, es que instituya un RECONOCIMIENTO a nivel local para resaltar los méritos de un ciudadano o ciudadana que haya aportado con sus iniciativas y su actitud algún beneficio al realce de la italianidad en Guatemala. Es entonces deseo del Com.It.Es que la lectura de estas páginas fomente reflexiones, discusiones y críticas que hagan cada vez más viva y dinámica la comunidad de los italianos y sus descendientes en Guatemala, con

un llamado fuertemente esperanzador para los jóvenes, que han recibido de sus ancestros un legado que los debe llenar de orgullo y gratitud hacia Italia y Guatemala.

                                (pags. 214-216)


  • MIRANDO HACIA EL FUTURO

    Hay otra inquietud que surge al rememorar las vidas de los italianos en un siglo y medio de presencia en un país lejano: el papel de absoluta centralidad que debería tener la LENGUA ITALIANA como elemento de identidad y cohesión de la comunidad. Los primeros grupos de migrantes llegados a Guatemala a menudo no encontraron condiciones para formar “barrios”, “comunidades”, “colonias” italianas y se integraron casi completamente en la realidad guatemalteca, formando familias en donde fue difícil conservar y sobre todo transmitir patrones italianos. Más allá de algunas comidas, el vino, el juego de bochas o de cartas, lo que rápidamente se perdió, acaso porque ya era algo débil, fue justamente el idioma italiano.

    Recordemos que Italia es tierra de dialectos, de variedades lingüísticas locales muy diferentes de un lugar a otro; el italiano hablado y escrito se volvió lengua “nacional” solo muy adentro del siglo XX con la difusión de la radio, la televisión y la instrucción primaria obligatoria, así que sobre todo durante las primeras décadas de emigración, los italianos traían muy marcadas sus identidades lingüísticas regionales. Es notorio pues que muchos descendientes de italianos en Guatemala no han conservado y transmitido el idioma de sus ancestros y sus hijos lo tienen que aprender hoy como un idioma extranjero. Sin embargo, Italia ha honrado el sacrificio de muchos italianos que han dejado su tierra con un reconocimiento muy significativo e importante como lo es la posibilidad de obtener la ciudadanía italiana y el derecho de voto. La ciudadanía siempre conlleva derechos, pero también deberes, entre ellos él de conocer la historia, la cultura y las problemáticas actuales del país, el ejercicio consciente del voto, el deseo de participar en las organizaciones italianas. Poder hablar, leer, entender y escribir el idioma italiano

    es un factor fundamental para desarrollar sinergias, vínculos entre generaciones, conocimiento de oportunidades, en una palabra, para promover la italianidad que se quiere ostentar.

    En las páginas de este libro ya está parte de la solución: el Instituto Italiano de Cultura y la Società Dante Alighieri ofrecen cursos para todos los niveles y en muchos horarios: aprovecharlos sería el primer paso. Sin embargo, habría una acción más consistente en que los italianos de Guatemala deberían seriamente pensar: un colegio de inspiración italiana o, por lo menos, un acuerdo con otros colegios existentes para promover secciones con específica cultura italiana y la introducción

    del italiano como tercer idioma curricular. En el libro se mencionaron algunas experiencias que podrían ser apoyadas y valoradas: ojalá se pueda llegar a pensar en grande sobre este tema.


    Una dimensión más que sobresale en las páginas del libro es el dinamismo de tantas  congregaciones religiosas italianas, de ONG y del voluntariado en general. Son ejemplo de aquella CULTURA DE LA SOLIDARIDAD que promueve una sociedad más incluyente y justa, alimentada con iniciativas originales y generosas. Y entonces ¿Por qué no cultivar y fomentar este espíritu también dentro de la comunidad italiana, para paliar  situaciones particulares de dificultad de sus miembros? Si bien es cierto que la mayoría de connacionales en Guatemala goza de buenas condiciones económicas, no es un secreto que los gastos médicos, el cuidado de las personas ancianas o discapacitadas, las emergencias económicas de vario tipo, pueden llegar a crear graves dificultades a nivel personal y familiar. 

    El Club italiano nació como Asociación de Socorro Mutuo y conserva todavía esta finalidad. ¿Por qué no ampliar su esfera de la Beneficencia, dándole si fuera el caso, cierta autonomía, de manera que pueda analizar e implementar proyectos de mediano plazo y soluciones sostenibles y modernas a este tipo de problemas? Dejamos las preguntas a la reflexión de los lectores, que con su experiencia podrán aportar sugerencias y colaboración.


    No hay que dejar de lado la importancia que podría tener un mayor INTERCAMBIO CON ITALIA, no sólo con iniciativas de tipo comercial, actualmente impulsadas por la Camcig, sino con propuestas turístico-culturales dirigidas tanto a jóvenes estudiantes – favoreciendo cursos en Italia, becas, viajes, estancias de estudio con familias italianas - como a un público más general, con viajes temáticos, itinerarios alternativos, propuestas turísticas innovadoras.


    Una última indicación para el Sistema Italia en su conjunto, es que instituya un RECONOCIMIENTO a nivel local para resaltar los méritos de un ciudadano o ciudadana que haya aportado con sus iniciativas y su actitud algún beneficio al realce de la italianidad en Guatemala. Es entonces deseo del Com.It.Es que la lectura de estas páginas fomente reflexiones, discusiones y críticas que hagan cada vez más viva y dinámica la comunidad de los italianos y sus descendientes en Guatemala, con

    un llamado fuertemente esperanzador para los jóvenes, que han recibido de sus ancestros un legado que los debe llenar de orgullo y gratitud hacia Italia y Guatemala.

                                    (pags. 214-216)