El 30 de noviembre pasado, en las instalaciones del Club Italiano, fue presentado a la comunidad italiana, medios de prensa y público en general, el volumen TERRA AMICA. Presencia italiana en Guatemala, el resultado de un trabajo de investigación y recopilación de varios años, realizado con el propósito de dar cuenta de 150 años de presencia italiana en Guatemala.
La iniciativa, impulsada por el Com.It.Es. Guatemala y llevada a cabo con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Cooperación Internacional de Italia, pretendía dar respuesta a un deseo que había estado presente desde un buen tiempo entre las instituciones y la colectividad italianas.
A inicios de la década del dos mil el escritor Dante Liano había realizado un primer importante acercamiento al tema de la presencia de familias italianas en la región con su obra “Dizionario degli Italiani in Centroamerica” y pocos años más tarde el Com.It.Es. empezaría una importante labor de recopilación de material y testimonios a través de los descendientes italianos, mismos que fueron regularmente publicados en el suplemento La Gazzetta, publicado mensualmente por El Periódico.
Dichos trabajos constituyeron sin duda una base imprescindible para la redacción del libro, que sin embargo - con el paso del tiempo – se propuso alcanzar un objetivo más ambicioso, pasando a ser de una simple recopilación de datos e historias de las familias italianas llegadas al país por parte de sus hijos, nietos y bisnietos a un análisis en profundidad de la huella que esas familias y sus descendientes hasta el día de hoy han dejado en sectores específicos, de la economía a la cultura, de la presencia religiosa a los proyectos de cooperación y voluntariado, hasta un espacio muy especial y sentido dedicado a la presencia femenina.
El libro se divide en dos partes principales: la primera es justamente un listado en orden alfabético de italianos que a partir aproximadamente de 1870 empiezan a llegar a Guatemala por distintos motivos: la pobreza y la incertidumbre que reinaban en muchas regiones de Italia en los años posteriores al proceso histórico que llevó a la Unidad de la Península; la política de los gobiernos guatemaltecos del tiempo, que favorecieron la llegada de arquitectos, ingenieros y artistas para que contribuyeran a la incipiente modernización del país; y, no último, los engaños de agentes sin escrúpulos y los desperfectos de muchos barcos que habían emprendido la travesía teniendo como destino inicial a algún páis de Sudamérica.
La segunda parte da espacio a los distintos aportes que los italianos han brindado al desarrollo de Guatemala. En el campo productivo se destaca la vasta gama de actividades comerciales, agrícolas, industriales y de servicios, a través de las cuales los italianos han manifestado su creatividad, su ingenio y su espíritu de iniciativa. Respecto al área cultural, el libro recuerda la huella que quedó plasmada en los monumentos que embellecen las calles de la ciudad capital y de Quetzaltenango - obra de los expertos en el campo de la arquitectura y la construcción traídos por el presidente José María Reina Barrios a finales del siglo XIX – y el aporte de muchos otros artistas italianos, además de reconocer la labor de las instituciones que se dedican en Guatemala a la promoción de la cultura italiana, de su hermoso idioma y de su celebrada tradición gastronómica.
Particularmente sentido es el homenaje brindado a la presencia, generosísima y muchas veces silenciosa, brindada por los numerosos religiosos llegados a Guatemala a partir de los años ’50 – dentro y fuera de congregaciones establecidas - que en muchos casos contribuyeron a transformar radicalmente la realidad de muchas poblaciones rurales, a través de la creación de escuelas, dispensarios, cooperativas, centros de formación y de todo tipo de actividad en favor de los sectores más desprotegidos, el mundo indígena, la mujer. Otro capítulo está dedicado a las iniciativas de carácter social, también numerosas y diseminadas en todo el territorio del Guatemala, desarroladas por organizaciones de voluntariado que se inspiran en valores humanísticos y una visón fraternal y solidal de la existencia. No podría faltar un apartado dedicado a otro campo de intervención en en el cual Italia ha destacado, el de los proyectos llevados a cabo por la Cooperación italiana al Desarrollo en atención a temas sensibles de la sociedad guatemalteca y orientados a paliar situaciones de extrema pobreza, marginación, violencia o escenarios de emergencia humanitaria a los cuales el país está cronicamente expuesto.
La segunda parte se cierra con un mosaico de figuras femeninas, escogidas por el desempeño particularmente significativo en sus respectivos ámbitos para valorar el lugar y el papel de la mujer italiana en Guatemala.
En sus páginas finales, Terra Amica deja a los lectores, en especial a los descendientes más jóvenes de las familias italianas en Guatemala, una serie de reflexiones y sugerencias que parecen emerger con particular fuerza entre las muchas historias que las páginas del libro relatan: una invitación y un llamado para que la comunidad italiana cultive y actualice a través de nuevas iniciativas el valioso legado de sus antepasados.
Terra Amica, de hecho, va más allá de la publicación realizada y, gracias a las páginas de la Gazzetta, pretende ser un espacio de encuentro y de intercambio de información, de ideas y opiniones acerca de la presencia italiana en Guatemala, la de antaño y aquella, viva y dinámica, de hoy.
Matteo Cattaneo
El 30 de noviembre pasado, en las instalaciones del Club Italiano, fue presentado a la comunidad italiana, medios de prensa y público en general, el volumen TERRA AMICA. Presencia italiana en Guatemala, el resultado de un trabajo de investigación y recopilación de varios años, realizado con el propósito de dar cuenta de 150 años de presencia italiana en Guatemala.
La iniciativa, impulsada por el Com.It.Es. Guatemala y llevada a cabo con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Cooperación Internacional de Italia, pretendía dar respuesta a un deseo que había estado presente desde un buen tiempo entre las instituciones y la colectividad italianas.
A inicios de la década del dos mil el escritor Dante Liano había realizado un primer importante acercamiento al tema de la presencia de familias italianas en la región con su obra “Dizionario degli Italiani in Centroamerica” y pocos años más tarde el Com.It.Es. empezaría una importante labor de recopilación de material y testimonios a través de los descendientes italianos, mismos que fueron regularmente publicados en el suplemento La Gazzetta, publicado mensualmente por El Periódico.
Dichos trabajos constituyeron sin duda una base imprescindible para la redacción del libro, que sin embargo - con el paso del tiempo – se propuso alcanzar un objetivo más ambicioso, pasando a ser de una simple recopilación de datos e historias de las familias italianas llegadas al país por parte de sus hijos, nietos y bisnietos a un análisis en profundidad de la huella que esas familias y sus descendientes hasta el día de hoy han dejado en sectores específicos, de la economía a la cultura, de la presencia religiosa a los proyectos de cooperación y voluntariado, hasta un espacio muy especial y sentido dedicado a la presencia femenina.
El libro se divide en dos partes principales: la primera es justamente un listado en orden alfabético de italianos que a partir aproximadamente de 1870 empiezan a llegar a Guatemala por distintos motivos: la pobreza y la incertidumbre que reinaban en muchas regiones de Italia en los años posteriores al proceso histórico que llevó a la Unidad de la Península; la política de los gobiernos guatemaltecos del tiempo, que favorecieron la llegada de arquitectos, ingenieros y artistas para que contribuyeran a la incipiente modernización del país; y, no último, los engaños de agentes sin escrúpulos y los desperfectos de muchos barcos que habían emprendido la travesía teniendo como destino inicial a algún páis de Sudamérica.
La segunda parte da espacio a los distintos aportes que los italianos han brindado al desarrollo de Guatemala. En el campo productivo se destaca la vasta gama de actividades comerciales, agrícolas, industriales y de servicios, a través de las cuales los italianos han manifestado su creatividad, su ingenio y su espíritu de iniciativa. Respecto al área cultural, el libro recuerda la huella que quedó plasmada en los monumentos que embellecen las calles de la ciudad capital y de Quetzaltenango - obra de los expertos en el campo de la arquitectura y la construcción traídos por el presidente José María Reina Barrios a finales del siglo XIX – y el aporte de muchos otros artistas italianos, además de reconocer la labor de las instituciones que se dedican en Guatemala a la promoción de la cultura italiana, de su hermoso idioma y de su celebrada tradición gastronómica.
Particularmente sentido es el homenaje brindado a la presencia, generosísima y muchas veces silenciosa, brindada por los numerosos religiosos llegados a Guatemala a partir de los años ’50 – dentro y fuera de congregaciones establecidas - que en muchos casos contribuyeron a transformar radicalmente la realidad de muchas poblaciones rurales, a través de la creación de escuelas, dispensarios, cooperativas, centros de formación y de todo tipo de actividad en favor de los sectores más desprotegidos, el mundo indígena, la mujer. Otro capítulo está dedicado a las iniciativas de carácter social, también numerosas y diseminadas en todo el territorio del Guatemala, desarroladas por organizaciones de voluntariado que se inspiran en valores humanísticos y una visón fraternal y solidal de la existencia. No podría faltar un apartado dedicado a otro campo de intervención en en el cual Italia ha destacado, el de los proyectos llevados a cabo por la Cooperación italiana al Desarrollo en atención a temas sensibles de la sociedad guatemalteca y orientados a paliar situaciones de extrema pobreza, marginación, violencia o escenarios de emergencia humanitaria a los cuales el país está cronicamente expuesto.
La segunda parte se cierra con un mosaico de figuras femeninas, escogidas por el desempeño particularmente significativo en sus respectivos ámbitos para valorar el lugar y el papel de la mujer italiana en Guatemala.
En sus páginas finales, Terra Amica deja a los lectores, en especial a los descendientes más jóvenes de las familias italianas en Guatemala, una serie de reflexiones y sugerencias que parecen emerger con particular fuerza entre las muchas historias que las páginas del libro relatan: una invitación y un llamado para que la comunidad italiana cultive y actualice a través de nuevas iniciativas el valioso legado de sus antepasados.
Terra Amica, de hecho, va más allá de la publicación realizada y, gracias a las páginas de la Gazzetta, pretende ser un espacio de encuentro y de intercambio de información, de ideas y opiniones acerca de la presencia italiana en Guatemala, la de antaño y aquella, viva y dinámica, de hoy.
Matteo Cattaneo