Cambiar los procesos de producción, hacerlos más ecológicos, modificar los modelos de vida y de consumo, es decir, los "hábitos" que caracterizan nuestro modo de vida, se está convirtiendo en un imperativo, además de una necesidad, para tratar de reducir los impactos del cambio climático y los problemas medioambientales que de él se derivan.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un programa de acción para las personas, el planeta y la prosperidad. Firmada el 25 de septiembre de 2015 por los gobiernos de los 193 países miembros de las Naciones Unidas, y refrendada por la Asamblea General de la ONU, la Agenda consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enmarcados en un programa de acción más amplio que consta de 169 metas u objetivos ambientales, económicos, sociales e institucionales asociados que deben alcanzarse para 2030.
Este programa no resuelve todos los problemas, pero representa una buena base común a partir de la cual construir un mundo diferente y dar a todos la posibilidad de vivir de forma sostenible desde el punto de vista medioambiental, social y económico. La indicación es precisa y las acciones a realizar deben ser prácticas y eficaces. Entre el mundo de la producción, el de la transformación comercial y el de los consumidores, existe una cadena natural, hoy regulada según el tamaño de las empresas por certificaciones, declaraciones o incluso por simples promociones que tratan de comunicar al consumidor aquellas situaciones que pueden llevarle a elegir un producto en lugar de otro.
La nueva tecnología llega a nosotros con algunas innovaciones interesantes. Ya hemos oído hablar de Blockchain vinculado a las criptomonedas Bitcoin, Ethereum y miles de otras monedas virtuales. Pero eso no es todo; una Blockchain, de contratos, concatenados e inmodificables, se hace visible y transparente a través de un código hash (huella digital). Esta tecnología, si se aplica dentro de los productos de la cadena alimentaria, puede representar un modelo innovador no sólo para rastrear la procedencia y quiénes forman parte de la cadena de suministro, sino que, utilizando determinados certificadores, podría representar la herramienta para asignar valores adicionales como el nivel de crédito de carbono u otros que se demuestren en línea con la consecución puntual de las directivas de la agenda 2030.
En resumen, si un empresario compra una materia prima producida en otro lugar y ésta cumple uno o varios puntos de la agenda, se podrán transmitir, junto con el producto físico, las puntuaciones que han permitido alcanzar un determinado resultado. Por lo tanto, el desarrollo de una plataforma Blockchain, finalizada y certificada, no sólo garantizará la consecución de los objetivos fijados por las Naciones Unidas y, especialmente, por la UE, que ha convertido la agenda en el centro de sus políticas para los próximos cinco años, sino que puede ser una herramienta comercial y de marketing realmente innovadora, eficaz y con impacto social. Una inversión segura.
El cultivo del cacao en Guatemala, que a la fecha no demuestra una particular excelencia, podría tener una importante redención en esta tierra de origen del alimento de los Dioses. A través de esta nueva tecnología, combinada con el genio y la tradición de Italia, Guatemala podría convertirse en punta de lanza en un mercado tan exigente como el del cacao y el chocolate.
Silvio Bessone
Cambiar los procesos de producción, hacerlos más ecológicos, modificar los modelos de vida y de consumo, es decir, los "hábitos" que caracterizan nuestro modo de vida, se está convirtiendo en un imperativo, además de una necesidad, para tratar de reducir los impactos del cambio climático y los problemas medioambientales que de él se derivan.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un programa de acción para las personas, el planeta y la prosperidad. Firmada el 25 de septiembre de 2015 por los gobiernos de los 193 países miembros de las Naciones Unidas, y refrendada por la Asamblea General de la ONU, la Agenda consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enmarcados en un programa de acción más amplio que consta de 169 metas u objetivos ambientales, económicos, sociales e institucionales asociados que deben alcanzarse para 2030.
Este programa no resuelve todos los problemas, pero representa una buena base común a partir de la cual construir un mundo diferente y dar a todos la posibilidad de vivir de forma sostenible desde el punto de vista medioambiental, social y económico. La indicación es precisa y las acciones a realizar deben ser prácticas y eficaces. Entre el mundo de la producción, el de la transformación comercial y el de los consumidores, existe una cadena natural, hoy regulada según el tamaño de las empresas por certificaciones, declaraciones o incluso por simples promociones que tratan de comunicar al consumidor aquellas situaciones que pueden llevarle a elegir un producto en lugar de otro.
La nueva tecnología llega a nosotros con algunas innovaciones interesantes. Ya hemos oído hablar de Blockchain vinculado a las criptomonedas Bitcoin, Ethereum y miles de otras monedas virtuales. Pero eso no es todo; una Blockchain, de contratos, concatenados e inmodificables, se hace visible y transparente a través de un código hash (huella digital). Esta tecnología, si se aplica dentro de los productos de la cadena alimentaria, puede representar un modelo innovador no sólo para rastrear la procedencia y quiénes forman parte de la cadena de suministro, sino que, utilizando determinados certificadores, podría representar la herramienta para asignar valores adicionales como el nivel de crédito de carbono u otros que se demuestren en línea con la consecución puntual de las directivas de la agenda 2030.
En resumen, si un empresario compra una materia prima producida en otro lugar y ésta cumple uno o varios puntos de la agenda, se podrán transmitir, junto con el producto físico, las puntuaciones que han permitido alcanzar un determinado resultado. Por lo tanto, el desarrollo de una plataforma Blockchain, finalizada y certificada, no sólo garantizará la consecución de los objetivos fijados por las Naciones Unidas y, especialmente, por la UE, que ha convertido la agenda en el centro de sus políticas para los próximos cinco años, sino que puede ser una herramienta comercial y de marketing realmente innovadora, eficaz y con impacto social. Una inversión segura.
El cultivo del cacao en Guatemala, que a la fecha no demuestra una particular excelencia, podría tener una importante redención en esta tierra de origen del alimento de los Dioses. A través de esta nueva tecnología, combinada con el genio y la tradición de Italia, Guatemala podría convertirse en punta de lanza en un mercado tan exigente como el del cacao y el chocolate.
Silvio Bessone